
Joe Biden Para Presidente

Hemos vivido los últimos cuatro años bajo un hombre rotundamente incapaz de ser presidente. Afortunadamente para los EE. UU., Joe Biden es lo opuesto a Donald Trump en casi todas las categorías: el nominado presidencial demócrata demuestra aptitud, compasión, firmeza, integridad y moderación. Y quizá lo más importante en este momento, Biden tiene un profundo respeto por las instituciones de la democracia estadounidense, así como un profundo conocimiento sobre como nuestro gobierno — y nuestro sistema de equilibrio de poderes — funciona; aspira a dirigir la nación como su presidente y no como su dictador. Entonces, las elecciones de 2020, ofrecen a la nación una oportunidad de reiniciar y reconstruirse a partir de los restos racistas, autoritarios e ignorantes producidos por el cuadragésimo quinto presidente. Y hay muy pocos estadounidenses mejor preparados para el desafío que Joe Biden. No es una exageración decir que el experimento estadounidense pende de un hilo en las elecciones de noviembre. Cuatro años de Trump han dejado a 210 mil personas, y contando, muertas por una grave pero prevenible crisis de salud pública, decenas de millones de personas desempleadas o subempleadas, una crisis climática catastrófica ignorada, nuestras instituciones democráticas en mal estado y la fe del pueblo en sus representantes electos en su punto más bajo.
¿Estados Unidos es capaz de retroceder de este precipicio? ¿De alejarse de la política del resentimiento para reconstruir el país basados en la idea común del progreso estadounidense? Eso está por verse, pero elegir a Biden es el primer paso. A pesar de las múltiples crisis en cuestión, Biden prevé un renacimiento basado en la unidad. “Tenemos un futuro demasiado brillante para que naufrague en los bancos de la ira, el odio y la división”, dijo Biden en un lugar cerca del campo de batalla en Gettysburg.
El demócrata ha entregado más que una alegre charla, Biden ha estado dando ejemplo en su campaña. Mostró confianza y construcción de lazos al aprovechar a su crítica más dura, la senadora de California, Kamala Harris, como su compañera de fórmula. Y Biden ha ganado un respaldo diverso que hubiera sido inconcebible en un momento diferente a este. Es como una coalición de lo decente, que va desde Bernie Sanders, Barbara Lee y Alexandra Ocasio-Cortez a la izquierda, hasta los “Never Trumpers” John Kasich, Cindy McCain y Bill Kristol a la derecha. Biden ha prometido ser un presidente para todos los estadounidenses, en contraste a Trump, que solo ha gobernado para sus partidarios y una vez reflexionó en voz alta de que la cifra de muertos por la pandemia en la nación no era tan mala si “sacamos a los estados demócratas”.
La amplia aceptación de Biden es su fortaleza, pero dentro de su gran tienda de campaña, la plataforma de Biden ofrece soluciones progresivas a todos los principales problemas que enfrenta el país. Y el ex vicepresidente tiene la experiencia de poner en práctica esa plataforma:
Un plan osado para el cambio climático
El peligro del cambio climático no es una preocupación futura, es nuestro presente mortal. Así como lo han demostrado los fuegos forestales que arrasan con el Occidente y el número récord de tormentas en el Atlántico este verano, ya estamos viviendo los peligrosos resultados de la acumulación de gases de efecto invernadero en la atmósfera. Trump y su partido viven en negación, rechazando la ciencia climática básica e impulsando políticas que permiten la perforación sin restricciones de combustibles fósiles.
Por el contrario, Biden cree en la ciencia y nombra la “amenaza existencial” a la que nos enfrentamos en el calentamiento global. Ha aceptado el espíritu del New Green Deal, describiendo un camino para limitar el catastrófico calentamiento del planeta al alcanzar las cero emisiones netas para el 2050. Esto se lograría a través de una inversión de dos billones de dólares en Estados Unidos (incluyendo plantas de energía limpia y redes de transporte libres de carbono), que crearía millones de trabajos sostenibles. “Cuando Donald Trump piensa en el cambio climático, la única palabra que puede decir es ‘engaño’”, dijo Biden. “Cuando yo pienso en el cambio climático, la palabra que se me viene a la mente es ‘trabajos’”.
El cambio climático es una crisis global y Biden también tiene las habilidades en política exterior, perfeccionadas a lo largo de décadas de servicio, no solo para revertir el curso de Trump para Estados Unidos como una nación rebelde en cuanto el clima, sino también para reafirmar el liderazgo estadounidense, dirigiendo al mundo hacia soluciones climáticas equitativas.
Un camino para la justicia racial
Biden reconoce el racismo sistemático de Estados Unidos y no tiene reparos en denunciar a los venenosos proveedores de la supremacía blanca, incluido el actual presidente, quien halagó a los manifestantes neonzais en Charlottesville como “gente muy buena” y quien no denunció a grupos violentos como los Proud Boys cuando los mencionaron en un debate, diciéndoles, por el contrario, que “estuvieran preparados”.
Como veterano de cuatro décadas de Washington, Biden tiene que hacer las paces. El proyecto de ley penal de 1994 que ayudó a iniciar a través del Senado, amplió el complejo penitenciario-industrial de Estados Unidos. Pero, a pesar de su edad, se ha conservado ágil mentalmente. El mundo ha cambiado y Biden se adapta. El haber seleccionado a Harris hizo historia, pues creó la oportunidad de que una mujer negra esté a un paso de la presidencia, y Biden ha prometido que Harris será su compañera al gobernar Estados Unidos. Esta decisión mantuvo la fe con la circunscripción demócrata que selló la nominación de Biden. También se basó en su promesa de ser un “presidente de transición” que pasará la batuta a lo que él llama “la generación más abierta y menos prejuiciada” que está llegando a la mayoría de edad en EE. UU. Una parte clave del proyecto político de Trump ha sido lograr que la supremacía blanca sea solo otra ideología en el espectro político estadounidense. Biden promete un Estados Unidos donde el odio no tiene cabida. “Cometí un error en una cosa“, dijo recientemente, “pensé que se podía derrotar el odio… Pero el odio solo se esconde. Y cuando alguien con autoridad respira en ese escondite, legitimiza a esa gente para volver a salir”.
Proteger los derechos LGBTQ
Biden promete cambiar el curso de las acciones y políticas abiertamente discriminatorias hacia la comunidad LGBTQ, de la administración actual. Biden haría cumplir la prohibición de discriminación laboral por identidad de género y orientación sexual de la Ley de Derechos Civiles, poniendo fin a los radicales esfuerzos de Trump por hacer lo contrario. Biden permitiría a los estadounidenses transgénero volver a servir en las fuerzas armadas, revocaría los permisos federales de Trump para discriminar a las personas LGBTQ en atención médica, y pondría fin a las amenazas de la administración del actual presidente de permitir que agencias financiadas por el gobierno como refugios y centros de adopción, rechacen a personas trans y a parejas del mismo sexo, respectivamente. Joe, quien ayudó a impulsar el matrimonio entre personas del mismo sexo en la administración de Obama, también ha prometido asegurar la aprobación de la Ley de Igualdad, consagrando todas estas protecciones en leyes, protegiéndolas de los caprichos de otra administración.
Una política de inmigración más justa
La política antiinmigrante de Trump ha bloqueado la inmigración de muchos sectores del mundo musulmán, mientras obligaba a los contribuyentes estadounidenses a pagar miles de millones por “el muro”. Las acciones inhumanas de la administración al separar a los padres migrantes de sus hijos en la frontera, incluidas madres de bebés, han dejado una mancha en nuestro carácter nacional. “Es una mentira respecto a quiénes somos frente al mundo entero”, dijo Biden, ofreciendo políticas para revivir el ideal de Estados Unidos como nación de inmigrantes. Biden promete proteger a los Dreamers, procesar a los refugiados al llegar a la frontera (en vez de dejarlos en un peligroso limbo en las ciudades fronterizas mexicanas), poner fin a los centros de detención con fines de lucro y dejar de aterrorizar a los residentes respetuosos de la ley con redadas del ICE (Servicio de Inmigración y Control de Aduanas). Aun insistiendo en que seguirá “controlando nuestra frontera”, Biden promete llevar a cabo una reforma integral que cree una “hoja de ruta a la ciudadanía” para los 11 millones de inmigrantes indocumentados que consideran a Estados Unidos su hogar. “Cuando los inmigrantes tienen éxito”, dijo Biden, “todos tenemos éxito”.
Un código tributario más justo
Biden busca recaudar billones de dólares gravando los ingresos más altos de la nación, reduciendo la exención fiscal sobre la herencia a la mitad y deshaciendo los regalos más atroces de la reducción del impuesto a la renta de Trump en 2017. Es importante tener claro lo que Biden ofrece en esta plataforma. No es Sanders y se ha jactado de ello en las elecciones generales: “Vencí al socialista… ¿Parezco un socialista?”. El lema de Biden es que no quiere “castigar” a nadie. Muy bien, pero en estos tiempos de castigo, en los que cientos de miles de pequeñas empresas están cerrando por causas ajenas, no es punitivo exigir que multimillonarios como Jeff Bezos, quien se ha vuelto más rico desde que el coronavirus llegó, pague una mayor parte para construir una economía que funcione para los trabajadores estadounidenses. Por ejemplo, Sanders ha introducido un proyecto de ley para cobrar un impuesto del 60 % sobre la riqueza obtenida por los multimillonarios durante la pandemia. Sería prudente que Biden no descartara tales políticas.
Expandir el seguro médico
Biden, quien pregonaba la aprobación del Obamacare como un “gran negocio”, ha prometido proteger la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio de la mano republicana, y ampliar el programa con una opción pública en los intercambios de atención médica que su campaña insiste es “como Medicare” al negociar con los hospitales y médicos para contener los costos. El plan de salud de Biden también haría que los subsidios de Obamacare fueran más generosos y los extendería a trabajadores de clase media con un salario mayor, asegurándose de que ninguna familia pague más del 8,5 % de sus ingresos por cobertura de salud. La situación es crítica; más de 5 millones de estadounidenses han perdido cobertura de seguro en el lugar de trabajo durante la pandemia, lo que se suma a más de 1,25 millones de personas que han salido de las listas de Obamacare bajo el mandato de Trump. Un análisis independiente del plan de Biden sugiere que podría ampliar la cobertura de salud a 20 millones de estadounidenses. Si la administración Trump gana una demanda que busca desmantelar la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, que se espera la Corte Suprema decida en 2021, hasta 23 millones de estadounidenses podrían perder su seguro.
Defender los derechos reproductivos
En su larga carrera, Biden, un católico, ha sido ambiguo en cuando al aborto, diciendo que Roe v. Wade fue “demasiado lejos” y expresó su apoyo a la Enmienda Hyde, una medida que prohíbe los fondos federales para la mayoría de los abortos. Pero, desde entonces, se ha esforzado por esclarecer cualquier duda frente a su postura, comprometiéndose públicamente, por ejemplo, a codificar las protecciones de Roe en una ley si es anulada por un Tribunal Supremo conservador. Además, Biden se ha comprometido a nombrar jueces que apoyen los derechos reproductivos, a restaurar la cobertura de control de nacimiento originalmente incluida en la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio, a restaurar los fondos para la planificación familiar y a derogar las leyes de silencio que la administración Trump ha puesto en marcha, prohibiendo a los médicos hablar con sus pacientes sobre el aborto. También se ha comprometido a trabajar para reducir la alta tasa de mortalidad materna en Estados Unidos, una epidemia que afecta desproporcionadamente a las mujeres negras.
Manejar la pandemia
Estados Unidos podría alcanzar las 300 mil muertes por la pandemia de coronavirus antes de finalizar el año. La respuesta desconcertada de Trump a la crisis central de su presidencia también profundizó el desastre económico que lo acompañaba y que ha visto a decenas de millones de personas quedar sin trabajo.
Biden ha demostrado experiencia en abordar las crisis sanitarias y económicas planteadas por el COVID-19. Uno de sus principales lugartenientes, Ron Klain, fue el “zar del ébola” y lideró la respuesta que protegió a Estados Unidos de esa enfermedad potencialmente devastadora. A diferencia de Trump, Biden tiene un plan para domar la propagación del virus, lo que impondría un mandato nacional de tapabocas y financiaría el despliegue masivo de equipos de protección personal, pruebas y rastreo de contactos, para que los colegios y las empresas puedan reabrir de forma segura.
El desafío de liderar una recuperación económica también está en el puente de gobierno de Biden. Como vicepresidente de Obama, lideró la implementación de la Ley de Reinversión y Recuperación de Estados Unidos de 2009, reconstruyendo constantemente la economía estadounidense a partir de lo que entonces fue la peor recesión económica desde la Gran Depresión, y haciéndolo sin los escándalos y la autocontratación que han definido la presidencia de Trump.

Reconstruir la economía
Biden se enfrentará al desafío de reconstruir un gobierno corrompido por Trump y sus secuaces. La actual administración, dirigida por un presidente enjuiciado por invitar injerencia extranjera a las elecciones, ha politizado los pilares del gobierno que antes operaban por encima de la contienda. El fiscal general Bill Barr ha actuado como abogado personal del presidente, diciendo a los abogados estadounidenses que no trabajan para la gente sino para el presidente. Incluso el Servicio Postal se ha vuelto cómplice de los esquemas antidemocráticos de Trump, con el director de correos Louis DeJoy arrancando máquinas clasificadoras en distritos demócratas para interrumpir las elecciones. “La base de las acciones de DeJoy y del Servicio Postal es la privación de los derechos de los votantes”, dictaminó un juez en septiembre.
El funcionamiento diario del gobierno podría, bajo la administración de Biden, ser revivido después de un solo mandato de Trump. Pero si le dan otros cuatro años, Estados Unidos tal como lo conocemos se oscurecerá y será irreconocible. La corrupción en las agencias públicas esenciales podría echar raíces, y la democracia nunca podría realmente recuperarse.
Restaurar el carácter nacional
Así como cualquier política específica, esta elección es un referéndum sobre el carácter, el carácter del presidente y de la nación. Estados Unidos no necesita un santo en el Despacho Oval, pero el país se ha tambaleado con un hombre inservible en el escritorio Resolute. Trump es un narcisista y un egoísta, un mentiroso desvergonzado y un intolerante, un hombre que simplemente no puede entender la noción del sacrificio por el bien mayor, aun cuando exige una lealtad impensable de aquellos a su servicio.
La experiencia de Biden y su amplia empatía lo convierten no solo en un buen candidato, sino en un candidato excepcional. Su aguda comprensión de la pérdida lo conecta emocionalmente con las batallas genuinas de los estadounidenses a quienes busca servir. Y le da la autoridad moral para pedirle al resto de personas que se sacrifiquen también. Biden los llama a las responsabilidades de la ciudadanía, a pensar en sí mismos como hilos en el tejido de su sociedad, de deberse lealtad el uno al otro, individualmente y en general, y de verse conectados con los valores en el núcleo del experimento estadounidense. Trump ha roto ese credo, insistiendo en que tal patriotismo es para “tontos”. El cuadragésimo quinto presidente predica una doctrina de individualismo extremo, de mantener lo que es mío y a la mierda el prójimo, incluso disfrutando de una satisfacción por el sufrimiento de los conciudadanos que no forman parte de su culto a la personalidad.
Cada elección representa una decisión difícil. El contraste entre los candidatos de 2020 —y las coaliciones detrás de ellos— no podía ser más claro. Esta es una lucha entre la luz y la oscuridad. Rolling Stone se enorgullece de estar con la luz y apoyar a Joe Biden para presidente. Deben votar como si su país, y tal vez incluso su vida, dependieran de ello.